viernes, 8 de abril de 2011

Un periódico de la semana pasada


Hola, soy un periódico de la semana pasada. Normalmente los periódicos vamos a la basura al día siguiente de nacer. De hecho, las estadísticas dicen que nuestra media de vida es de 33 horas, contando con los que se quedan almacenados en las hemerotecas. Aparte de estos, solo unos pocos logran mantenerse una o dos semanas antes de acabar en la papelera, esparcidos en la calle o pringados de atún con pimientos, como yo.

Soy un periódico dominical de esos que abultan tanto que casi no se pueden ni doblar. Solemos ser los más vendidos porque el domingo la gente tiene más tiempo para leer, hay más anuncios clasificados y, encima, vamos acompañados de los malditos suplementos semanales. ¡Odio los suplementos dominicales! No puedo aguantar su prepotencia. ¡Son unos chulos de mierda! Vacilando de portada, de grandes escritores, maravillosos reportajes, y pavoneándose de sus nítidas fotos en color. Mientras que a nosotros nos leen y nos tiran (normalmente, ni siquiera leen el contenido y se dedican a ojear los titulares), a ellos los guardan meses y meses y los encuentras en todas partes. A nosotros, como mucho, nos pueden encontrar esparcidos por algún taller de coches después de que la señora de la limpieza haya fregado el suelo (sobre todo en el lavabo).

El suplemento que me acompañaba era especialmente engreído. En la portada llevaba una foto de Marilyn Monroe retocada (la típica foto de la faldita volando... ¡Qué original!). En su interior, una entrevista con Sting hablando de las selvas del Amazonas y un reportaje de los monjes del Tíbet escrito por un «famosísimo» escritor estadounidense (a mí me la repatea, pero él está orgullosísimo de tenerlo entre sus páginas... ¡Qué borde!).

Hoy es 21 de septiembre de 2014, domingo. Hace exactamente una semana que estoy aquí. Mi destino fue ir a parar directamente a un bar de tapas de un barrio obrero (uno de esos que huelen a aceite de freidora requemado). Como todos los periódicos y revistas, estoy en una de las esquinas de la barra esperando a que alguien me coja y, al darse cuenta de mi fecha, le reproche al camarero: «¡Mariano, este periódico es de la semana pasada, coño!». Seguramente, ese será mi final. Pero, mientras tanto, sigo aquí aguantando el peso de todos los periódicos, revistas y folletos de hipermercado que se han ido acumulando a lo largo de la semana.

Como he dicho antes, hoy es domingo y eso me hace especialmente feliz. Han traído el periódico y su correspondiente suplemento (otra de esas revistillas presumidas). Eso no le ha hecho ninguna gracia a mi suplemento. Se ha dado cuenta de que empieza a perder protagonismo. Es como si hubiera envejecido cien años. Todo el mundo se dirige hacia la nueva revista y le dan de lado sistemáticamente. Dentro de poco no le servirán de nada su portada de Marilyn ni sus fotos de Sting… ni siquiera su estúpido reportaje de los monjes del Tíbet (un día le eché un vistazo y era bastante insípido y oportunista, por muy famoso que fuera el escritor). Ahora se le bajarán los humos. De hecho, esta mañana ha empezado a hablar con los demás periódicos y a echarles piropos, incluso me ha llegado a decir que las fotos de mi portada eran muy buenas. ¡Será pelota! Ya me lo decían en la imprenta las revistas del corazón: «¡Todos los suplementos son iguales!»... Me gustaría verlo dentro de un par de meses, cuando sus páginas estén pringadas de salsa de tomate, migas de pan, cerveza, choricillo frito, café con leche (estas manchas son las peores… que me lo digan a mí) y empiecen a arrancarle hojas para envolver cualquier cosa. Aunque, para entonces, yo ya estaré en algún vertedero o habré servido para encender alguna barbacoa o estaré en una planta de reciclaje... (Eso de resucitar estaría bien... Siempre que no me conviertan en papel higiénico).

Durante toda la semana me he dado cuenta de que, en realidad, hay poquísimas cosas interesantes en mi interior. Se escriben tantas tonterías y la gente se preocupa de unas cosas tan absurdas que hacen que me sienta estúpido. En una de mis páginas se habla de un congreso del partido gobernante donde todo el mundo se peleaba por conseguir el control de no sé qué ejecutiva. También se habla de la visita de un jefe de estado (de no sé dónde) que venía a pedir dinero para su país, y resulta que el tío vive en un palacio de la hostia que le cuesta cientos de millones al año mientras el pueblo se muere de hambre. Y encima se montaron una comilona con más de 200 invitados… En mis páginas de sucesos, aparte de la erupción de un volcán en Japón, destacan la noticia de un tipo con síntomas de esquizofrenia que ha secuestrado a una tal Alicia G.M. Se la ha llevado a su casa, la ha atado y colocado en una bandeja con una manzana en la boca como si fuera un cochinillo… Parece ser que tenía intención de descuartizarla y meterla en el horno… En fin, así podría seguir con otras tantas gilipolleces que consiguen que me den ganas de desaparecer. Tantas palabras absurdas me crean vomitera...

            —¡Mariano, este periódico es del domingo pasado, coño!

Adiós.


  

1 comentario:

  1. Como la vida misma...sí señor!

    Y hay quien te lleva toda la mañana del domingo bajo el brazo queriendo aparentar algún interés por tu interior y al final, en realidad, sólo pretende una sartén... que regalaban. O no.

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